Por Félix Madrigal
Desde hace 48 años, la familia Calvillo Bautista ha sido parte inseparable del paisaje urbano en el centro histórico de Morelia. Todo comenzó en junio, durante las festividades del Señor de la Columna, cuando Sara Calvillo Bautista y su esposo se aventuraron a iniciar su negocio de globos y juguetes artesanales, a pesar de que en ese momento el comercio ambulante aún enfrentaba restricciones por recientes reordenamientos de la ciudad.
“Yo empecé por mi chamaco”, recuerda la señora Sara, quien cuenta que su hijo mayor, siendo apenas un niño, comenzó ayudando a inflar globos y a fabricar figuras de esponja: chapulines, ratas, aviones y otros juguetes que se elaboraban a mano, en una época donde la creatividad artesanal dominaba el comercio popular.

Con el tiempo, la venta de globos evolucionó a un esfuerzo familiar más grande. María del Rocío, hija de Sara, junto con sus propios hijos, nietos y algunos conocidos, mantiene viva la tradición en varios puestos ambulantes ubicados en la Plaza Melchor Ocampo.
La señora Sara considera esta plaza como su “segunda casa”, pues la mayor parte del tiempo la familia está ahí trabajando. Sin importar si llueve, hace viento o el sol cae implacable, ellos permanecen ofreciendo sus productos a morelianos y visitantes. “Estamos más aquí que en nuestra casa”.

Actualmente, enfrentan una nueva preocupación: desde hace dos semanas no hay luz en la Plaza Melchor Ocampo, situación que les inquieta debido al riesgo de robos o incidentes, especialmente en las noches. “Nos da miedo que nos pase algo”, comparten.
En aquellos años, la plaza y sus alrededores lucían muy distintos. “Antes había bancas de fierro y venían familias enteras desde Pátzcuaro y Uruapan cada fin de semana”, recuerda doña Sara, quien también relata cómo su esposo, acostumbrado a trabajar largas jornadas como maestro de albañilería, no tuvo problema en adaptarse al ritmo exigente del comercio ambulante. Lamentablemente su esposo murió por un accidente en su trabajo como albañil.
La historia de los Calvillo Bautista también se entrelaza con la organización colectiva: fueron fundadores de la Unión de Globeros Michoacanos Cardenista, un gremio que buscó defender los derechos de los comerciantes ante las autoridades municipales.
Hoy, a casi medio siglo de distancia, la familia continúa preservando esta tradición, adaptándose a los cambios de la ciudad, pero sin perder el espíritu artesanal y comunitario que los ha definido desde sus inicios.

“Gracias a las ayudas y al apoyo, hemos podido seguir”, reconoce doña Sara, quien ve en sus hijos y nietos la continuidad de un esfuerzo que comenzó por amor a su familia, y que hoy forma parte del corazón vivo del centro de Morelia.
Fotos: Félix Madrigal / ACG