Asaid Castro/ACG

Junto al proyector Carl Zeiss Mark II, Rogelio Romero ha proyectado estrellas al interior del Planetario de Morelia desde 1975.

Morelia, Michoacán.- Ingresar al Planetario de Morelia es recordar las épocas de excursión del kinder, al menos, para quien escribe este texto; han pasado alrededor de 20 años desde la última visita, y uno llega con bajas expectativas de ver un aparato de casi cinco décadas que proyecta estrellas en un domo cerrado.

Apenas abren las puertas, los visitantes se apresuran a entrar a la sala de proyección del Planetario y a sentarse lo más cerca posible de la joya de la sala, el Carl Zeiss Mark II, modelo del proyector planetario que maneja uno de los tres proyeccionistas del lugar: Rogelio Romero.

“El aparato que ven en medio se denomina aparato proyector; en realidad, está constituido por 175 proyectores que en conjunto proyectan alrededor de 8 mil estrellas”, explica Rogelio desde su consola de control, dando la orden de no utilizar los celulares, pues la más tenue luz podría afectar la proyección en el lienzo blanco en forma de domo.

Las luces se apagan poco a poco, el lienzo se convierte en negro y se ve el sol ocultarse por el oeste del domo: comienza la magia… de repente, aparece un cielo nocturno sobre la cabeza de los presentes, una imagen que deja una reacción de asombro en los participantes que permanecen sentados y con la mirada hacia el cielo nocturno.

Casi palpable, más de 8 mil estrellas se hacen presentes al interior de la sala de proyección, una experiencia inmersiva que se siente como si la noche hubiera llegado repentinamente y un cielo despejado desde la atmósfera de la tierra se asomara, mientras la voz de Rogelio, el proyeccionista de estrellas, llena el domo para comenzar el recorrido junto con el proyector Mark II, con su estructura metálica y luces precisas, que domina el centro de la sala.

Desde el 29 de septiembre de 1975, día en que se dio la primera proyección, cuenta Rogelio, es el proyeccionista con más años de experiencia en el sitio, que ha logrado llevar a chicos y grandes por igual al espacio, incluso décadas antes de SpaceX; al menos, a su manera y desde la comodidad de la tierra, con una serie de combinaciones de palancas, perillas y botones que lo hacen posible.

Rogelio menciona que hay otros proyectores que acompañan al Carl Zeiss, incluyendo uno dedicado al sistema solar, el proyector de constelaciones independientes, el de satélites que se mueven entre las estrellas y el proyector de estrellas fugaces y meteoritos, todos ellos visibles por al rededor de 40 minutos, que dura la función.

Operar el Carl Zeiss Mark II no es tarea sencilla; Rogelio, con una habilidad casi artística, manipula los controles que ajustan el domo y los efectos especiales pues “Se necesita un buen conocimiento de astronomía y habilidades técnicas para operar todo sin problemas”, explica.

La sala está dividida según los puntos cardinales: norte, sur, este y oeste, para ubicar las estrellas en el espacio y cómo se vería el cielo sin la contaminación lumínica: “Envidio a las personas que viven en comunidades pequeñas y alejadas, porque ellos pueden ver este cielo de manera más cercana”, narra Rogelio, con su voz envolviendo el domo y guiando al público en el recorrido por el espacio.

Es impresionante e imposible no ver el proyector de grandes dimensiones en medio de la sala; hasta se confunde con una nave espacial en compañía de la obscuridad y un cielo estrellado, que se puede disfrutar cada sábado y domingo desde las 11:30 horas, hasta las 14:00 horas, por 40 pesos

Fotos Asaid Castro/ACG