-Asaid Castro/ACG

Pátzcuaro, Michoacán. – En el corazón de Michoacán, el Lago de Pátzcuaro vive un resurgimiento que devuelve la esperanza a los pescadores locales. Las lluvias constantes han elevado el nivel del lago en al menos 20 centímetros, revitalizando la zona después de una temporada larga de sequía y guachicoleo de agua. Este renacimiento es palpable para los habitantes de Urandén, quienes han visto cómo sus aguas y su oficio recuperan vida.

Desde el espejo de agua, Esteban Morales, un experimentado pescador, nos recibió en medio del lago, donde la isla de Janitzio se alzaba majestuosa, rodeada por un masivo cuerpo de agua. Recordando meses pasados, Morales compartió que «Hace tiempo, el nivel del lago estaba muy bajo, pero ahora, gracias a las lluvias, ha subido y vemos cómo regresa».

Y es que desde el muelle de San Pedrito, en el catalogado como Pueblo Mágico, Morales señala escalones ahora faltos de agua, testigos silenciosos del cambio en la profundidad del lago, que se elevan sobre el agua a más de un metro y medio.

El lago no solo es parte fundamental de la identidad de los pobladores de las islas de Janitzio, Yunuén, Urandén, entre otras, sino también uno de sus principales fuentes de ingresos. Provee agua para uso doméstico y agrícola, atrae turismo y suministra alimento e ingresos a los pescadores.

«Hemos visto que algunas especies de peces, como el pescado blanco y la carpa, aún son escasas, pero la mojarra y la tilapia están comenzando a aparecer nuevamente», señaló Morales, agregando que hasta finales de mayo era complicado llegar a las zonas de pesca.

Los canales renacen.

Por su parte, Víctor Camilo nos guio por los canales de Urandén, donde el agua ha alcanzado profundidades de hasta 2.50 metros gracias a la rehabilitación de los manantiales. «Hace solo unos meses, estos canales estaban secos. Hoy podemos navegar y pescar nuevamente. Las lluvias y los trabajos de rehabilitación han hecho maravillas», comentó Camilo. A pesar de la recuperación, Víctor nos recuerda que algunas especies como el pescado blanco y la carpa aún son escasas.

Durante la sequía, los habitantes de Urandén también recurrieron a la agricultura, cultivando calabaza, ejote, elote y tomate para su sustento. «Acá cada quien trae sus canoas, los niños van a la escuela aquí, ya a la secundaria, se tienen que trasladar por el canal», explicó Víctor Camilo, destacando otra ventaja de la recuperación del canal de Urandén.

Ambos pescadores coinciden en que la rehabilitación del lago no solo ha mejorado sus condiciones de trabajo, sino también la vida de toda la comunidad. «Nosotros dependemos del lago. Cuando estaba seco, muchos tuvimos que buscar otros trabajos para sostener a nuestras familias. Ahora, con el agua de vuelta, podemos retomar nuestra tradición y forma de vida», explicó Camilo.

Añadió que muchos pescadores tuvieron que dedicarse a la agricultura y otros oficios, pero con el regreso del agua, han podido volver a sus actividades tradicionales, sin dejar los trabajos en dados por el Estado, para continuar con la rehabilitación de los manantiales.

La comunidad en acción

El esfuerzo comunitario ha sido clave en este resurgimiento. Los pescadores y sus familias no solo han trabajado en la rehabilitación de los manantiales y canales, sino que también han adoptado prácticas más sostenibles para asegurar la salud del lago a largo plazo.

«Hemos tenido que limpiar los manantiales y asegurarnos de que no haya basura en el agua. Más sin embargo, hace falta trabajo con el gobierno para mejorar las plantas tratadoras y reducir la contaminación», explicó Camilo.

La recuperación del Lago de Pátzcuaro es un testimonio de la resiliencia y esfuerzo de su gente. Mientras las lluvias continúan, los pescadores de Urandén miran al futuro con la espera de que sus generaciones futuras puedan ver agua en el sitio, aunque nos cuenta Camilo, que a los más pequeños en la Isla ya no se les incita a dedicarse a la pesca, si no, a los estudios.

Fotos Asaid Castro/ACG