-Asaid Castro/ACG
Morelia, Michoacán. – Pasan las 11 de la mañana en la Capital de Michoacán, y a paso veloz, se asoma María Martínez, una mujer de mediana edad, subiendo con un ramo de coloridos globos por la pendiente de la avenida Morelos Sur, allá por el Barrio del Carmen, en el Centro Histórico de la ciudad.
Su destino es llegar con su esposo, Simón Olivero, en plaza de armas, mientras carga un palo de escoba a su hombro izquierdo, con globos de todos los tamaños amarrados a el; En su mano derecha, se ve, como sujeta con fuerza, un largo cordón par asegurar que los aerostatos rellenos de helio, no se vayan volando con el aire, como ya le ha pasado.

Sigue su recorrido por la calle Benito Juárez para llegar frente a la Catedral; y en su andar, cruza a un costado de los carros, abajo de la acera, para así evadir a las personas y evitar que un golpe desate un globo mal anclado a la cuerda, algo «ya normal en este oficio» nos cuenta.
A un costado de la Catedral, se ve a su esposo llegando también, un hombre de cabello corto, ya con canas; vestido de azul, con una camisa de trabajo y en ella, un bordado de «globeros», que lo identifica.

Él adelanta camino con su carro de juguetes, pues se ayudan mutuamente con su esposa en sus giros. Simón lleva el carro de María desde El Pípila, y María, los globos de Simón, desde casi 30 años, pues los guardan en la casa de su mamá para facilitar el trayecto.
Ya son las 11:30, y se comienzan a instalar en plaza de armas, su como le llaman, pues ahí están la mayor parte del tiempo.
«Nosotros vivimos hasta el Realito. Mi casa la tenemos como un hotel nadamás, porque aquí estamos la mayor parte del tiempo», nos dice entre risas Simón.
Desde los 12 años, comenzó el oficio de Simón

Ya son 40 años de que Simón comenzó a vender globos, dice, le llamo la atención que sus vecinos lo hicieran cuando él tenía 12 años y comenzó vendiendo los globos de látex. Hoy, a sus 52, asegura que es un oficio que continúa realizando con mucho cariño y espera seguir, hasta que Dios le dé licencia.
Su esposa lleva 28 años ayudándolo, aunque si giro real son las burbujas, que también venden en su carrito, pues comenzó con el ese negocio.
«Ha habido muchas temporadas difíciles, una fue la pandemia, y otra cuando el ayuntamiento nos reubicó allá por el 2000 o 2002, cuando fue campeón el Morelia… Aunque no te creas, las marchas también nos afectan porque muchos turistas ya no entran al primer cuadro de la ciudad, como antes si lo hacían»

La pareja, todos los días procura trabajar, siempre siguiendo la sombra de los árboles en la Plaza de Armas. Dicen que con la administración actual en la ciudad no han tenido problemas, al contrario, pues ha habido otras que han sido menos permisivas con sus trabajos.
7 mil pesos es lo que cuesta un tanque de gas helio, que alcanza para inflar 150 globos de los que flotan, que son los que más se venden y a los que menos se les gana, pues se gastan más el gas en rellenarlos.
Ya ha habido ocasiones en las que se les han ido el puño de globos a María y Simón, pero dicen que no se agüitan, porque hasta de eso se aprende, y ahora, aseguran con un doble nudo la cuerda que sujeta los globos.

A ese nudo Simón, lo bautizo como el candado. Pues amarrado en las vallas de los jardines de plaza de armas dos veces, evita que le pasen accidentes, dejándolos bien sujetos mientras arma con alambres, pinzas y esferas, las llantas de los globos que se pueden alar por el piso.
Fotos Asaid Castro/ACG



