Por Asaid Castro/ACG
Morelia, Michoacán.– Mientras miles de trabajadores descansan, otros siguen en sus trabajos sin condiciones, o marchan por las calles para conmemorar el Día Internacional del Trabajo, Fernando Gaitán permanece solo, sentado bajo una lona raída frente a las instalaciones abandonadas de Alkemin, en la colonia Nueva Valladolid de Morelia.
Tiene 60 años, 26 de ellos los pasó dentro de esa planta química donde, como él dice, “aprendió a hacer de todo”: desde mantenimiento hasta control de calidad. Hoy cumple su sexto año en huelga intermitente, junto a una decena de excompañeros, reclamando algo que considera elemental: el pago de salarios caídos y su liquidación. Nada más.

Pertenece a un sindicato, con al rededor de 18 integrantes en el estado y un nombresote, «Sindicato Nacional de Trabajadores en la Industria de Pinturas, Productos Químicos, Farmacéuticos y Alimenticios en General y Similares en la República Mexicana, contra “ALKEMIN” Sociedad de Responsabilidad Limitada de Capital Variable, DIVISION MORELIA»
“Nos dejaron de pagar de un día para otro en 2019. Nunca nos dijeron ‘están despedidos’. Sólo dejaron de aparecer”, relata, con la serenidad que da el cansancio. En total, asegura que la empresa le debe 280 mil pesos.

La huelga fue declarada justa y legal por la Junta Local de Conciliación y Arbitraje el 15 de julio de 2024. Relata Fernando, que el juez ordenó que el terreno del estacionamiento fuera adjudicado como garantía de pago. Pero la empresa, hasta ahora, no ha mostrado señales de negociar.
Mientras tanto, cada 8 horas los trabajadores se turnan para mantener la guardia y conservar el carácter legal de la protesta. Han improvisado una especie de campamento. La lona los protege del sol y de la indiferencia.
Este primero de mayo, Morelia amaneció con protestas y poco movimiento por las calles. Se celebran las conquistas obreras. Pero para Fernando no hay festejo, ni desfile, ni aplausos. “Aquí seguimos, como siempre, esperando justicia”, dice sin dramatismo.

La paradoja no pasa desapercibida. Mientras se conmemora la jornada de los Mártires de Chicago de 1886 y los primeros desfiles obreros en México en 1913, esta pequeña huelga se mantiene viva por pura terquedad. No hay reflectores, ni pancartas de colores. Sólo la persistencia de unos cuantos hombres y mujeres que aún creen que su trabajo vale.
Fernando no pide mucho. “Sólo queremos lo que por ley nos corresponde. Ni más, ni menos.” Mientras tanto, espera con su bici, documentos legales en caso de que se presente alguien, y una caja de cigarros junto a él para aguantar el tiempo. acomoda unas sillas plásticas y se alista para otra tarde o madrugada, según le toque.
Fotos Asaid Castro / ACG