-Héctor Dimas

Que el equipo de “las barras y las estrellas” ha superado a la Selección Mexicana de futbol se viene “vociferando” de unos años a la fecha.

El domingo pasado, el equipo tricolor vio frustradas sus aspiraciones de convertirse en el campeón de la descalcificada Concacaf Nations League al perder 2 goles por 0 ante el conjunto del país vecino del norte.

Tendríamos que establecer elementos muy puntuales que están inundando los medios de comunicación especializados en futbol.

Uno de los puntos más álgidos que surgen a la vista es el no descenso en la Liga MX, pieza clave para que los equipos del futbol mexicano mantengan un sosiego letárgico que eventualmente termina por perjudicar el desempeño de los jugadores (locales) convocados a la escuadra nacional.

Otro que gesta una polémica exacerbada es la poca presencia (por no decir nula) de jugadores aztecas en el Viejo Continente. Sin embargo, Alberto García Aspe, ex capitán de la Selección Mexicana, con gran sentido común, señaló que cuando él participaba en el equipo, nadie, o casi nadie, jugaba en Europa, incluso así llegaron al menos a 3 finales de Copa América, lo que deja en el renglón la interrogante de avanzar, o no, gracias a contar con material europeo en el Tricolor.

Lo que es una realidad es que el balompié mexicano va en retroceso; se dejó de participar en la Copa Libertadores a nivel de clubes, lo que sería el símil de la UEFA Champions League en el continente americano. Además, prácticamente no existe exigencia cuando a Eliminatorias de la Concacaf se refiere. Como alguna vez Ricardo Antonio Lavolpe mencionó: “avanzamos caminando”.

Los altos ejecutivos, dueños absolutos del futbol nacional y de la Selección Mexicana, única y exclusivamente ven en signo de dólares. La gran remuneración son los partidos “moleros”, como bien apuntó Ricardo Ferretti, en los Estados Unidos, que los compatriotas mexicanos vienen a robustecer las carteras de los de “pantalón largo”, con las importantes sumas de dinero que se pagan para adquirir las entradas tan sólo para ser espectadores de un “México contra El Salvador” con una alineación de medio pelo.

Estamos en la antesala de la catástrofe: Estados Unidos, país con un amor recalcitrante por el beisbol y el futbol americano, ahora es amo y señor del balompié en la zona de la Concacaf.

Mientras no exista un cambio generacional, México seguirá inmerso en aguas pantanosas acariciadas por la avaricia de sólo unos pocos. México le tiene que decir adiós a las “vacas sagradas”. Por otra parte, enhorabuena que un país al que poco le interesaba el futbol, haya tenido un avance exponencial y casi, me atrevería a decir, de aspirar a potencia mundial.