Octubre fue la casa del eclipse solar que se convirtió en el evento natural más esperado en Morelia. En el Campus Morelia de la UNAM, un pasillo de telescopios se llenó de personas ansiosas, formando una fila que se extendía más allá de las instalaciones, todos aguardando ansiosos por unos lentes especiales que les permitirían observar el fenómeno.

Al roce de las 9:30 de la mañana, el eclipse comenzó su danza, pero no fue a las 9:45 cuando la primera mordida lunar se hizo visible. Una elipse negra que comenzaba a abrazar al sol.
La oscuridad total se esperaba por los asistentes, algunos en su primer fenómeno natural de eta magnitud, que esperaban presenciar un anochecer instantáneo, y aunque no fue el caso por la geografía moreliana, durante esos cinco minutos llegando las 11:05 de la mañana, el ambiente se atenuó, permitiendo que estelas amarillas y verdes que penumbraron la luz del día, y los visitantes estallaron en aplausos.

“Hace 30 años se oscureció todo, allá en el rancho las gallinas corrieron a encerrarse. Clareo como si fueran las 5 de la mañana y hasta los burros rebuznaron”, rememorando Felipa, una señora de la tercera edad, mientras la luna se posaba sobre el sol en su máxima penumbra, una maravilla incomparable que no hace justicia una foto.

Hablando de fotos, también estaban aquellos curiosos que, a pesar de las advertencias, arriesgaron a capturar el momento con sus teléfonos, quitándose los lentes protectores y posándolos sobre sus cámaras. Mientras tanto, algunos astrofísicos guiaban desde los más chicos, hasta los mas grandes en la comprensión de este fenómeno único.

Telescopios, cajas de proyección y lentes se convirtieron en las herramientas esenciales de los observadores amateurs, que no dudaban en acercarse a aquellos que, con cámaras y lentes que parecían alcanzar a los astros, le preguntaban “¿ahí si se ve bien la foto?” A lo que sorprendidos veían la respuesta de sus preguntas en algunas pantallas.

La experiencia en UNAM, también se vieron complementada con talleres educativos sobre eclipses, proporcionando una comprensión más profunda del evento astronómico, y aunque algunos deseaban llevarse los lentes especiales cómo recuerdo, la regla fundamental era devolverlos, dejando algunas caras tristes al final de la experiencia.

Fotos Asaid Castro/ACG



