Morelia, Michoacán.- En 2019, bajo la inauguración del entonces alcalde Raúl Morón, la Plaza de la Paz en Morelia se presentaba como un espacio remodelado a medias, adornado con murales coloridos que costaron casi 9 millones de pesos. Cuatro años después, no hay pared que no ostente algún grafiti.

En las bardas, paredes inconclusas y hasta en los árboles de la entrada de la calle Eduardo Ruiz, abundan expresiones populares, ofertas de servicios sexuales, stickers y grafitis con el nombre de artistas como “Kaliuchis”.

“La plaza pudo haber sido bonita, pero a veces ves a los chavitos de las escuelas fumando marihuana, bebiendo. Mira, ¿tú crees que está bien que en la diga y su número?” comentó Abigaíl, vecina del centro histórico que acude al lugar para pasear a sus perros.

Antes de la remodelación, esta plaza solía ser ocupada por una fábrica, y hoy en día, las prácticas cuestionables continúan, convirtiendo el lugar en un foco de inseguridad en la capital.

“Creo que a nadie le gusta pasar por aquí de noche. Aunque esté iluminado, las botellas, la basura y los grafitis no dan una buena finta, ni siquiera de día”, expresó Arturo, otro ciudadano que prefiere evitar la plaza al transitar por las calles aledañas.

Fotos: Asaid Castro/ACG