Por Félix Madrigal
Morelia, Michoacán.- Desde hace 25 años, Procopio Patricio Cázares y su familia viajan desde Jarácuaro, Michoacán, para compartir en Morelia una de las tradiciones más emblemáticas del estado: la Danza de los Viejitos.
Orgulloso de su herencia, Procopio recuerda que empezó a bailar desde los ocho años, siguiendo la tradición transmitida por su padre y su abuelo. Hoy son sus nietos quienes continúan esta expresión cultural, aprendiendo a danzar desde los cinco años de edad.

“Yo les enseñé a bailar. A mí me enseñó mi papá, Enrique Patricio Costanino, y así seguimos, de generación en generación”, relata. Para él, mantener viva la Danza de los Viejitos es una forma de honrar a sus ancestros y de fortalecer la identidad purépecha.
Cada presentación implica un esfuerzo considerable. La familia se traslada desde la comunidad de Jarácuaro, cubriendo el pasaje de su familia de aproximadamente 100 pesos cada uno. Entre transporte y alimentos, cada jornada puede representar un gasto de entre 1,300 y 1,500 pesos, monto que buscan equilibrar vendiendo sombreros artesanales elaborados por ellos mismos.
“Somos artesanos. Los sombreros que vendemos los hacemos nosotros. Es nuestra forma de apoyarnos”, explica Procopio, quien también señala que, hasta ahora, no han tenido problemas con las autoridades para presentarse ni para vender sus productos.

A pesar de los desafíos, el amor por la tradición es más fuerte. “A los niños les gusta bailar, les gusta la tradición que les enseñé, igual que a mí me la enseñaron mis padres y abuelos”, afirma Procopio.
Así, con música, color y alegría, Procopio Patricio Cásares y su familia mantienen viva la esencia de la Danza de los Viejitos, compartiendo su legado en el corazón de Morelia.
Foto: Félix Madrigal / ACG.