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Héctor DIMAS

En términos generales, el feminismo es a la vez un «compromiso intelectual» y un movimiento político que busca poner fin a la «opresión de género». Motivada por la búsqueda de la justicia social, la investigación feminista ofrece una amplia gama de perspectivas sobre los fenómenos culturales, económicos, sociales y políticos. Identifica y evalúa las muchas formas en que algunas normas se han utilizado para excluir, marginar y «oprimir» a las personas por motivos de género y cómo se han moldeado las identidades de género para conformar y defender las normas de una «sociedad patriarcal». Al hacerlo, intenta comprender las raíces de un sistema que ha prevalecido en casi todos los lugares y épocas conocidas. También explora cómo sería una sociedad justa.

El pasado 15 de noviembre, las comisiones del Trabajo y Previsión Social, Para la Igualdad de Género y de Estudios Legislativos Segunda, del Senado de la República, aprobaron un proyecto para «proteger los derechos laborales de las y los deportistas profesionales, así como para establecer la igualdad de salario base para mujeres y hombres en el ámbito deportivo».

Este dictamen, que reforma la Ley Federal del Trabajo, derivado de varias propuestas presentadas por distintos grupos parlamentarios, tiene el objetivo de mejorar los derechos y las condiciones de trabajo de las personas deportistas profesionales.

Inmediatamente, este mandato generó escozor y aflicción en las altas cúpulas tanto de la Federación Mexicana de Futbol como en la Liga MX, por lo que el mundo deportivo puso los focos en la Liga MX Femenil.

Esto, porque en el decreto se establece que será violatoria del principio de igualdad de salarios «la disposición que estipule salarios base distintos para trabajos iguales», además, contempla que ese «salario base» podrá contar con aportaciones adicionales derivadas de la categoría de los eventos o funciones, de los equipos o de la experiencia en el deporte profesional. 

Por ello, la Secretaría del Trabajo y Previsión Social, en coordinación con el Instituto Nacional de las Mujeres, la Comisión Nacional de los Salarios Mínimos y el Sistema Nacional de Cultura Física y Deporte, en un plazo de 180 días a partir de la publicación del dictamen, formulará y publicará la política salarial y establecerá el famoso «salario base».

El senador Napoleón Gómez Urrutia, presidente de la Comisión de Trabajo y Previsión Social consideró «urgente» homologar los salarios de las y los deportistas, pues la diferencia en remuneración es «extremadamente desigual». 

Asimismo, declaró que en el caso del futbol, la liga mexicana de «varones» percibe en promedio, mensualmente, 643 mil pesos; mientras que el salario mensual de una jugadora, de la misma liga, es de tres mil 700.  

Por otra parte, se especula que por lo menos 6 meses, los legisladores han sostenido reuniones y se han «escuchado todas las voces», por lo que las modificaciones legales no son ninguna improvisación.

Sin embargo, los legisladores no fijan un tope en el «salario base», sino que serán las «autoridades competentes» las que establecerán un salario base mínimo y que de ahí se podrá considerar experiencia, mercado o espectáculo para fijar su ingreso. Y es aquí donde parece perder rumbo el decreto: la Liga MX Femenil no genera las remuneraciones deseadas para poder solventar salarios mejor pagados; el pseudo «espectáculo» y los reflectores están en la Liga MX. Y para ello consultarán a «expertos» para hacer los estudios necesarios para contemplar diversos factores y determinar dicha remuneración.

En un comunicado, Kenia López Rabadán, senadora del PAN, pidió que se pospusiera la aprobación del dictamen, con el argumento de que la presidenta de la Liga MX Femenil, Mariana Gutiérrez Bernárdez, solicitó, a través de una carta a los y las legisladoras, un parlamento abierto para que se escucharan sus puntos de vista ante el riesgo de que esta liga se vuelva inviable, sin embargo, la mayoría rechazó la propuesta.

En resumen, es un tema que abarca una serie de puntos de vista variopintos sobre injusticia o no. Habrá desacuerdos sobre la naturaleza de la justicia en general.