Morelia, Michoacán.— Entre senderos de concreto y salones de exposición, el Orquidiario de Morelia se abre como un refugio discreto pero vital dentro del Centro de Convenciones y Exposiciones de Morelia (Ceconexpo). Con más de cinco mil ejemplares y alrededor de 160 especies de orquídeas, tanto silvestres como híbridas, este espacio tiene como misión preservar y generar conciencia sobre una de las familias botánicas más diversas y amenazadas.

“El Orquidario fue fundado específicamente como área de conservación de especies que están dentro de una norma oficial. Algunas están protegidas, otras en peligro de extinción”, explica Cristóbal Méndez, jefe del departamento del recinto. Además de resguardar plantas decomisadas, el lugar busca sensibilizar a los visitantes. “Es parte de la divulgación, para que las personas no compren orquídeas de manera ilegal”.
El recinto se divide en tres módulos: uno de exhibición, donde el público puede observar ejemplares en floración; otro para cultivo de orquídeas silvestres; y uno más para híbridas. Cada módulo cuenta con sistemas de ventilación, calefacción y control de humedad que requieren mantenimiento constante. “Cada año se le da mantenimiento al sistema de calefacción; los extractores se usan a diario, y los ventiladores cada seis meses”, detalla Méndez.

El trabajo que ahí se realiza es técnico y manual, enfocado en mantener el ambiente más favorable posible para las orquídeas. No se trata solo de mostrar flores, sino de conservarlas vivas. “Ya se hizo uno de los nuevos invernaderos casi pegado al jardín orquidario, y se van a hacer más. Se usa malla sombra, plástico según la temporada… porque mientras más cerrado está, más humedad, y eso puede generar hongos”, explica.
Aunque las condiciones del lugar son funcionales, algunas estructuras muestran desgaste. El domo del módulo de exhibición ya fue renovado, y se espera que el de cultivo silvestre también lo sea pronto.

La operación del orquidiario se sostiene mediante una mezcla de recursos. La nómina del personal es cubierta por el gobierno del estado, y el Ceconexpo absorbe el pago de servicios y parte del mantenimiento general. Sin embargo, el mantenimiento cotidiano de la colección depende en parte de ingresos propios. “Con la aportación del boletaje 5 pesos niños y 10 pesos adultos con eso también nos sirve para el mantenimiento de la colección. Por ejemplo, adquisición de fertilizantes, macetas, cortezas, productos para hongos y bacterias”, comenta Méndez.
Pese a su relevancia ecológica y educativa, el Orquidiario no ha tenido el mismo impulso que otros espacios del complejo. Mientras el Planetario de Morelia atraviesa un proceso de renovación con una inversión de 168 millones de pesos para convertirlo en referente cultural y turístico, el Orquidiario se mantiene en desventaja. Aunque no requiere un cambio tan drástico reconoce el encargado, la comparación flota en el ambiente: ¿podría este espacio recibir un mayor respaldo?
Algunos visitantes que pidieron no ser identificados recuerdan que el lugar ha estado en mejores condiciones. “Hace años se encontraba más bonito”, mencionan. También comentan que perciben poco personal y que sería necesario darle mayor visibilidad. Una necesidad que reconoce el propio Méndez: “En cuanto a difusión, sí nos hace un poquito de falta”, aunque señala que ya se han iniciado esfuerzos para darle más difusión a este espacio.

Cada año, el orquidiario se plantea la meta de recibir entre 10 mil y 12 mil visitantes. Aunque no siempre se alcanza, el flujo ha ido en aumento. “Este año en Semana Santa tuvimos bastante gente”, señala Méndez. Además del público moreliano, también lo visitan personas de otros municipios de Michoacán y turistas de Jalisco, Guanajuato, Ciudad de México y el Estado de México.
En silencio, entre sombra y humedad, el Orquidiario de Morelia sigue floreciendo. No con grandes presupuestos ni anuncios, sino con paciencia, técnica y vocación. Un espacio vivo que, a pesar de todo, no deja de crecer.
Fotos: Alfredo Soria/ACG.