Por Félix Madrigal

Morelia, Michoacán.– En el corazón del Centro Histórico, resuena una melodía antigua que no proviene de altavoces ni de modernos parlantes, sino de ocarinas modeladas con manos sabias. Su autor es Roberto Gil Sánchez, conocido artísticamente como Roberto Neoprehispánico o Artesanía Agua Cosecha Purépecha, un artesano y músico moreliano que ha dedicado su vida a rescatar y recrear el sonido de los ancestros.

A sus 49 años, Roberto lleva décadas perfeccionando la creación de flautas y ocarinas, un proceso que inició en su infancia: “Desde morro siempre traté e intenté hasta que lo logré”, recuerda con emoción. Fue a los 11 o 12 años cuando finalmente logró construir un instrumento funcional. Desde entonces, no ha dejado de experimentar y de crear.

“Una ocarina lleva 22 pasos antes de llegar al mostrador”, explica. Cada pieza que exhibe y vende en el centro de Morelia ha pasado por un minucioso proceso artesanal, desde las más pequeñas y agudas hasta las más grandes y graves, con variaciones que van de dos a seis obturadores. Aunque sus diseños están basados en una lógica sonora de raíces prehispánica, no siguen al pie de la letra escalas musicales europeas. Su sonido es, más bien, una exploración espiritual de la memoria indígena.

Roberto no solo construye instrumentos; también compone música. Su obra ha sido parte de diversos documentales producidos por el Sistema Michoacano de Radio y Televisión, como Polvo en el tiempo, Sin árboles no tenemos vida, Las aguas de Cuitzeo, El último rey y No todos nos fuimos, este último filmado en Tacámbaro. “Yo dono mi música para que la utilicen en estos trabajos que hablan de nuestra tierra y nuestra identidad”, comenta.

También ha participado en eventos culturales como el Festival Michoacán de Origen por cuatro años consecutivos y lleva más de una década exponiendo en la feria artesanal de Tzintzuntzan durante las celebraciones del Día de Muertos. Además, formó parte del proyecto universitario Achock’i: creadores de conciencia, centrado en los ajolotes endémicos de América, donde sus instrumentos y composiciones sirvieron para darle alma sonora a la investigación.

Su música, dice, está inspirada por la “transcendencia mexica” y una memoria sonora que reivindica las raíces de los pueblos originarios. “Se podría decir que es una mezcla mexica-chichimeca-purépecha. Venimos de muchas etnias y sonidos”, afirma.

Nacido en Morelia, regresó tras un tiempo en el norte del continente para reconectarse con su tierra: “Volví para mostrar lo que realmente es Michoacán en su música verdadera”.

Quienes deseen conocer su trabajo o adquirir sus instrumentos pueden encontrarlo los fines de semana en el centro de Morelia o seguirlo en redes sociales como Roberto Neoprehispánico en Facebook e Instagram.

Foto: Félix Madrigal / ACG.