Morelia, Michoacán.- En la calle Zamora, muy cerca de la Calzada Juárez en Morelia, hay un taller donde el tiempo parece detenerse entre cadenas, llantas y herramientas. Ahí trabaja Rodrigo Soto Ruiz, mejor conocido como El Rápido, un hombre que desde niño aprendió a amar las bicicletas y que hoy, a sus 51 años, mantiene vivo un oficio heredado de su padre.
Su historia comienza en 1965, cuando su familia abrió el negocio que con los años se convertiría en tradición. Rodrigo, el menor de 14 hermanos, tomó la estafeta tras la muerte de su padre y la renuncia de su hermano mayor, quedándose con el taller que ya conocía desde los seis años. Hoy, junto a sus hijos, representa la cuarta generación que sigue pedaleando contra el tiempo.



Pero su vida no se limitó al taller. Desde los ocho años comenzó a competir en ciclismo de ruta y muy pronto destacó a nivel nacional. A los 12 viajó a Saltillo, Coahuila, donde en su primer campeonato nacional quedó en octavo lugar. Esa carrera lo catapultó a equipos fuera de Michoacán, primero en León y después en Querétaro, donde pudo experimentar lo que significaba competir semiprofesionalmente.
En la década de los noventa formó parte de equipos como Corona León y Cosmos Querétaro, compartiendo camino con ciclistas destacados como Manuel Alonso. Llegó a la preselección mexicana y entrenó con figuras que dejaron huella en el ciclismo nacional, entre ellos Cuauhtémoc Muñoz, el mismo que llevó a Raúl Alcalá a los Juegos Olímpicos de Los Ángeles y al Tour de Francia.



Sin embargo, el camino nunca fue fácil. Rodrigo recuerda que en Michoacán los apoyos eran escasos, lo que lo obligó a correr por otros estados. Lo mismo le ocurrió a su hija, quien tuvo que representar a Guanajuato en los Juegos Nacionales, pues en su tierra no encontró cabida. Aun así, para él el ciclismo siempre fue más pasión que negocio. “Hoy ya corro por gusto, no por dinero. Les digo a los jóvenes que estudien, que trabajen, porque del ciclismo pocas veces se puede vivir”, asegura.
Al quedarse definitivamente en Morelia, Rodrigo decidió entregar toda su energía al taller. Desde entonces, El Rápido no solo repara bicicletas: forma ciclistas, orienta a los más jóvenes y mantiene abierta la puerta para quien quiera aprender. “No soy rico de dinero, pero sí de hacer lo que me gusta. Arreglar bicicletas me ha regalado una buena vida”, dice convencido.
El futuro del taller está asegurado. Sus hijos, de entre 17 y 29 años, ya forman parte de esta herencia que ha resistido generaciones. Para Rodrigo, lo más valioso es saber que el nombre de El Rápido seguirá rodando muchos años más por las calles de Morelia.
Quien desee visitarlo puede encontrarlo en Zamora #45, colonia Juárez, a unos metros de la Calzada Juárez. En redes sociales aparece como “El Rápido Soto” o “Bicicletería El Rápido”, y también está disponible al teléfono 44 31 46 82 50.
Ahí, entre llantas y recuerdos, late una historia de vida que demuestra que las bicicletas no solo se reparan: también guardan memoria, esfuerzo y sueños que siguen pedaleando generación tras generación.
Fotos: Félix Madrigal / ACG.