Por Asaid Castro
Morelia, Michoacán – El refugio de animales Ghapad, ubicado en la colonia Felipe Carrillo Puerto, enfrenta desde hace años un problema que se ha intensificado con las olas de calor: la escasez de agua.
La presión insuficiente en la red hidráulica y la falta de abastecimiento constante han obligado al albergue a depender de pipas, cuyo costo ha superado los 7 mil pesos en menos de tres meses. Hoy ya llevan 3 semanas sin que caiga agua en el refugio.


“En toda la temporada de calor no nos cayó agua. Lo poco que llegó fue puro aire. La última vez que cayó algo fue hace tres semanas, y no fue ni media hora”, explicó en entrevista la presidenta del refugio, Esmeralda Cerda, quien detalló que la infraestructura de OAPAS en la zona no permite que el líquido llegue con fuerza suficiente al inmueble.
Ghapad alberga actualmente a 38 perros en recuperación, otros 2 se sumarán en estos días, muchos de ellos rescatados de situaciones de maltrato o abandono. Las necesidades diarias de higiene, alimentación y atención médica implican un uso constante de agua, recurso que, en su mayoría, han tenido que adquirir por medios propios.
“Cuando no llega la pipa de OAPAS, nos toca pagar una particular que cuesta entre 500 y hasta mil pesos, dependiendo de la distancia. Ya nos decidimos por tirarle las camitas a los perros por que sale mas caro estar lavandolas”, señaló la responsable del albergue.


Aunque el organismo operador ha comenzado a enviar una pipa semanal con cerca de 2000 litros, esto apenas alcanza para cubrir lo esencial. En ocasiones se ha compartido el servicio con vecinos igual de afectados.
La situación no es exclusiva del refugio. Varias casas colindantes padecen la misma falta de suministro, especialmente aquellas situadas en una pequeña lomita donde la presión del agua es casi nula.
“Hay tres casas aquí pegadas al refugio donde no cae ni una gota. No entendemos por qué al vecino le llega y al otro no”, añadió.
Las carencias han obligado al personal de Ghapad a tomar medidas extremas: dejar de lavar cobijas y hasta desechar algunas, por ser más caro lavarlas que sustituirlas por nuevas. Además, el agua que beben los perros ya no proviene de las pipas, sino que se rellena con garrafones purificados.


“Preferimos asegurarnos de que no se parasiten constantemente, porque muchas pipas traen agua revuelta o contaminada”, explicó.
Pese a las dificultades, el refugio sigue operando gracias al compromiso de su equipo y al apoyo de la comunidad. Se reciben donaciones en especie, como camitas para perros o tela polar para fabricar nuevas. Sin embargo, el problema estructural persiste y, mientras no se resuelva, cada gota de agua seguirá siendo una batalla diaria.
“Ghapad no pide lujos, solo agua para salvar vidas”, concluye la presidenta del refugio, con la esperanza de que OAPAS y las autoridades municipales tomen medidas que garanticen el acceso al líquido vital en esta y otras zonas afectadas de la ciudad.
Fotos Asaid Castro/ACG