Por Félix Madrigal/ ACG. Morelia mich.- 1 de mayo 2025
En el marco del Día del Trabajo, es fundamental visibilizar los desafíos persistentes que enfrenta la clase trabajadora en México. A pesar de algunas mejoras recientes, como el aumento del salario mínimo y reformas laborales enfocadas en la democracia sindical, millones de trabajadores continúan lidiando con condiciones precarias, falta de protección social y escasas oportunidades de desarrollo profesional.
Uno de los principales problemas es la precariedad laboral. Según datos del INEGI, más del 50% de los trabajadores se desempeñan en el sector informal, lo que significa que no cuentan con seguridad social, acceso a servicios médicos ni prestaciones básicas. A esto se suman los bajos salarios y los contratos temporales o de subcontratación que limitan derechos y estabilidad.

En cuanto a la defensa de los derechos laborales, muchas organizaciones sindicales han sido señaladas por su falta de representatividad, ya que históricamente han funcionado más como intermediarios patronales que como verdaderos defensores de los trabajadores. Aunque la reforma laboral de 2019 impulsó la libertad sindical y la negociación colectiva, aún existen obstáculos legales y represalias para quienes intentan organizarse.
También persisten condiciones de trabajo deficientes. Jornadas laborales largas, estrés, ambientes inseguros y casos frecuentes de acoso o discriminación afectan el bienestar físico y mental de los empleados. Esta situación es especialmente grave en sectores como la construcción, la agricultura o el trabajo doméstico.
Otro reto importante es la falta de oportunidades de desarrollo profesional, particularmente para jóvenes y trabajadores en zonas rurales o marginadas. La capacitación continua es escasa, y muchos empleos no ofrecen trayectorias de crecimiento. Además, la automatización y digitalización están transformando el mercado laboral, dejando a muchos sin empleo y sin opciones de reconversión. En algunas regiones, la inseguridad y la violencia también representan amenazas reales para quienes buscan ganarse la vida con dignidad.
En medio de este panorama complejo, cuatro historias de trabajadores en Morelia muestran la resistencia, dignidad y espíritu que sostienen a este país todos los días.
Eugenia Herminia, una vida dedicada a embellecer las calles
Cada mañana, sin importar el calor o el cansancio, Eugenia Herminia Ruiz Vargas toma su escoba y sale a las calles de Morelia con entusiasmo. A sus 65 años, lleva nueve años trabajando como barrendera para el Ayuntamiento. Para ella, esta labor es más que un empleo: es una forma de sentirse útil, activa y en conexión con su comunidad.
“Me gusta caminar, platicar con las personas y barrer las calles”, cuenta con una sonrisa. A pesar de padecer presión arterial alta, Eugenia prefiere mantenerse en movimiento. “Me siento mejor caminando, haciendo algo”, dice mientras recuerda las botellas de agua que los vecinos le regalan en los días de calor, como muestra de aprecio.

Su historia refleja la realidad de muchos trabajadores de servicios públicos que, pese a los bajos ingresos y las condiciones físicas exigentes, encuentran dignidad y sentido en su trabajo diario.
Guadalupe Pantoja: medio siglo de lucha en un mercado que agoniza
En uno de los mercados tradicionales de Morelia, Guadalupe Pantoja Molina continúa resistiendo. Lleva más de 50 años como comerciante, pero hoy, su voz suena con preocupación: las ventas han caído hasta en un 60%. “Ya no es lo mismo… ahora si acaso uno puede comer”, dice con resignación.
La falta de ventas no es su único problema. La inseguridad ha ahuyentado a los clientes y a muchos vendedores de comunidades cercanas. “Tienen miedo de que les roben sus carritos”, explica. La violencia, sumada a la crisis económica, está asfixiando al comercio local.

Guadalupe no pierde del todo la esperanza, pero su historia revela el desgaste de décadas de trabajo sin apoyos ni garantías suficientes, en un sistema que parece haber olvidado a los pequeños comerciantes.
El taxi tradicional en Morelia: una batalla diaria contra las plataformas digitales
Rafael Aguíñiga ha sido taxista por más de 20 años, pero nunca había visto tiempos tan difíciles como ahora. La llegada de las plataformas digitales ha desplomado su clientela. “Ya no tenemos los mismos pasajeros, y los gastos siguen”, relata mientras menciona los altos costos de permisos, mantenimiento y seguros que debe cubrir para operar legalmente.
“Ellos (los de aplicaciones) no tienen tantas complicaciones como nosotros”, señala, describiendo una competencia desigual que pone en riesgo su sustento.

A pesar de todo, Rafael continúa trabajando, aunque reconoce que los “días buenos” son cada vez más escasos. Su caso representa a miles de transportistas tradicionales que sobreviven entre la nostalgia de un oficio y la presión de la modernidad sin regulación equitativa.
Trabajo, familia y tradición: la historia de José Santos Olimpio
Desde su panadería en Morelia, José Santos Olimpio hornea no solo pan, sino recuerdos y futuro. Su oficio comenzó como una herencia: su padre fue panadero, y tras años de vivir y trabajar en Estados Unidos, decidió volver a México para continuar con la tradición familiar.
“El norte puede estar en cualquier parte; realmente es la actitud que le pongas a las cosas”, dice con convicción. Aunque enfrentó retos económicos, logró hacer crecer la panadería Oligar y convertirla en una fuente de orgullo familiar.

José representa a los miles de trabajadores informales que, pese a no tener acceso a seguridad social o apoyos del Estado, sostienen la economía local con esfuerzo, creatividad y compromiso.
Un trabajo digno sigue siendo un privilegio
Las historias de Eugenia, Guadalupe, Rafael y José reflejan lo que las estadísticas confirman: millones de trabajadores en México viven al día, sin protección ni reconocimiento suficiente. Sus oficios —muchas veces invisibilizados— son fundamentales para el funcionamiento de nuestras ciudades, mercados y hogares.
En este Día del Trabajo, más que celebrar, queda la tarea de exigir: condiciones justas, oportunidades reales, y una transición laboral que no deje atrás a quienes ya han dado todo por su país.
Fotos: Félix Madrigal/ ACG.