-Asaid Castro
Morelia, Michoacán.- En la pintoresca calle León Guzmán del centro de la ciudad, se erige tras rejas en el número 140, un curioso árbol, conocido como “Pochote”, con sus singulares frutos de algodón y tronco espinoso, que cautivan tanto a lugareños como a visitantes.
Se especula que este árbol en particular, que ha echado raíces en el anexo del Colegio José María Casares, tiene aproximadamente 100 años de existencia, gracias a lo que nos reveló Miguel Casares Ortega, un peculiar conserje con dos décadas de experiencia en la institución.
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“Acá le dicen Pochote, pero no se equivoque de letra al principio, porque no suena igual” nos cuenta entre risas el carismático conserje, quien relata que siempre hay curiosos que se acercan solicitando un puñado de algodón, el curioso fruto lanudo que el árbol produce.
“Mucha gente pasa y le echa flores, ‘¡Ay, qué bonito árbol!’, pero venganse en la mañana a barrer y verán que no lo ven tan bonito”, nos advierte con una sonrisa Don Miguel.
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Resulta que, según el relato del conserje, el árbol se viste de verde en verano, luego de unas semanas se viste de rosa, para finalmente dar paso a las vainas verdes que, al estallar en diciembre, se transforman en su característico algodón. Es entonces cuando el viento se encarga de esparcir las semillas por el centro histórico de la ciudad.
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“Una vez vino un señor preguntando si le daba hojas, disque para la diabetes; le dije que solo sabía que las ramas quitaban las almorranas”, menciona Miguel con un tono jocoso, señalando las ramas con espinas del Pochote.
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Además, revela que hubo épocas en las que la gente solicitaba permiso para realizar ceremonias junto al árbol, desde parejas que lo abrazaban en busca de fertilidad hasta personas que, a lo largo de los años y aún en la actualidad, han arrojado monedas o incluso frutas al árbol, pues se conoce como “El árbol de la vida”, allá en el sur de México.
Fotos: Asaid Castro/ACG